Ovidio entre los escitas es un cuadro que fue pintado por Eugène Delacroix entre 1859 y 1862.
Es el último cuadro de la exposición y, al parecer, el último que pintó Delacroix, representa a Ovidio lamentando su triste suerte en el exilio al borde del Ponto Euxino mientras los pastores escitas le traen leche de burra. Una meditación sobre el destino del genio, algo que no le pasó a Delacroix, quien, a pesar de su violencia y hasta su ferocidad, siempre fue bien visto en los salones y poderes del siglo.
En el año 8, después de Cristo, el poeta latino Ovidio, por razones que se desconocen, fue exiliado por orden del emperador Augusto a las costas del Ponto Euxino, actual mar negro. Habiendo intentado en vano volver a Roma, redactó en el exilio las “Tristes y las Pónticas”, que expresan su nostalgia por la tierra natal y su dolor a causa del exilio.

En consecuencia, el cuadro debe resituarse en la reflexión del artista, a partir de los años cuarenta, sobre las relaciones entre barbarie y civilización, que encontró su máxima expresión en las decoraciones del Palacio Bourbon; donde pintó por primera vez un medallón con el tema de Ovidio entre los escitas.
“Es lo finito en lo infinito. ¡Es el sueño! Y no me refiero con esta palabra a los embrollos nocturnos, sino a las visiones producidas por medio de una intensa meditación”
Baudelaire
El fondo paisajístico con altas formaciones montañosas acentúa sobremanera la sensación de profunda melancolía que el artista pretende comunicar. La manera en que se construye el lienzo aumenta, por la impresión de lejanía. El grandioso panorama y el alejamiento de las figuras, el sentimiento de estar entre dos mundos, en un espacio fronterizo de lo real.
La muerte planea sobre esta espléndida composición. Así es; en la parte superior de la escena, Delacroix ha escrito unos versos de los funerales de Patroclo, extraídos de la Ilíada. El cuidado acabado del dibujo, la regularidad de la escritura y su colocación arriba a la izquierda de la hoja demuestran sin duda que no se trata de unas notas tomadas al azar, sino que hay una relación significativa entre la descripción de la formidable pira de Patroclo y la de Ovidio entre los escitas. Delacroix asocia, de esta manera, el tema del cuadro y el de la tumba de Ovidio. La acogida dispensada por los escitas, las frutas silvestres y la leche de yegua anticipan las ofrendas y ritos funerarios.
Delacroix es un nuevo Ovidio, al que la posterioridad cubrirá de elogios, pero al que él, Baudelaire, ya había reconocido en vida. El homenaje al maestro es un homenaje a sí mismo también; el cuadro, un testamento.
BIBLIOGRAFÍA
- Guia exposición Eugène Delacroix, Caixa Forum, Madrid
- NÈRET, Gilles, « Eugène Delacroix », Taschen 2002
- La obra pictórica completa de Delacroix, Ed. Noguer, 1973
Gracias por tu monografía. Estoy escribiendo sobre el arte escita y tu reflexión acerca de Ovidio y Delacroix, me cae como anillo al dedo. Saludos!
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