jueves, 24 de septiembre de 2015

PALACIO DEL TE (Giulio Romano, 1527-1534)

      


      Giulio Romano
Giulio Pippi, conocido como Giulio Romano, nació en Roma en 1499 y fallece en Mantua en 1546. Fue el artífice del Palacio del Te, además de ser pintor, arquitecto y decorador, trabajó con Bramante y es señalado por Vasari como “el más genial colaborador de Rafael”, con quien a parte de ser su alumno, realizan juntos las stanze del Vaticano. Sus innovaciones en relación al clasicismo del alto renacimiento ayudaron a definir el estilo llamado manierismo.
De Rafael aprenderá la forma de llevar un taller, donde el maestro se encarga de la dirección y la invención, pero los miembros, son los encargados de llevar la obra a cabo (habiendo sido él, el ayudante jefe de Rafael). Esto, lo llevará a la práctica en Mantua, donde se establecerá a partir de 1524, por mediación de Baldassare Castiglione, agente cultural de los Gonzaga, para ponerse al servicio de Federico II Gonzaga, Duque de Mantua e hijo de Isabella d’Este.
El Duque de Mantua fue uno de los mecenas renacentistas más cultivados y eruditos. Para él, explotará a fondo todas las dotes de su prodigiosa imaginación en un amplio abanico de campos, desde arquitectura y pintura hasta consumadas ornamentaciones y decoraciones efímeras. Trabajó en el Palacio Ducal, y la que sería la gran obra de su vida: El palacio del te, del cual es constructor y decorador. Se encuentra plagado de citas eruditas, artísticas, musicales, literarias y arquitectónicas, que ponían en cuestión la tradición anterior, para optar por una representación festiva y licenciosa. Giulio creó una residencia suburbana para Federico en la que arquitectura y pintura se amalgaman para crear uno de los conjuntos más logrados y elocuentes de toda la estética manierista.
Rafael, llevó a la corte de Gonzaga la sobriedad y gravitas del estilo Bramante-Rafael, interpolado con su estilo personal. Las “maneras” de Giulio primaron al trabajar en la villa de Gonzaga y al estar libre del peso de la ortodoxia tanto de la antigua como de la nueva Roma. Su extraña imaginación quimérica se desató de forma más espectacular en sus frescos ilusionistas para las habitaciones interiores del Palazzo del Te, aunque también la arquitectura está llena de efectos complicados e inesperados.
  
      Obra
El orgullo de la familia Gonzaga eran los caballos que criaban en una antigua y pequeña isla llamada Te, cerca de Mantua. La idea de esta villa, nació del modesto deseo de tener un palacio para descansar y cenar cuando se encontrasen ocupados en sus asuntos ecuestres.
Fue construido y decorado entre 1527 y 1534. Es una estructura baja y cuadrada, trazada alrededor de un patio cuadrado tras el que yace un extenso jardín formal al que se llega desde una de las alas del patio, por un puente bajo el cual hay un foso con agua.
Constituye una especie de recapitulación del clasicismo enérgico definido por Alberti y los maestros romanos. El dórico que usa viene a ser el del palacio Farnese. La fachada que da al jardín desarrolla el motivo de arcadas que caen sobre columnas, aisladas a cada lado por un corto arquitrabe, utilizado ya por Bramante y que culminará en el motivo palladiano.
Todos estos elementos son llevados a un nuevo grado de tensión, mediante su estiramiento en anchura, que falsea las proporciones, y mediante los grandes efectos de modelados debidos a la utilización masiva de un orden rústico que hace sobresalir el aparejo y crea contrastes brutales, que se ven aún más acrecentados por el empleo de colores, particularmente en las metopas. Esta pesadez deliberada vuelve a encontrarse en la catedral de Mantua (reformada en 1545), inmenso pastiche de las basílicas paleocristianas, con sus cinco naves separadas por columnatas y sus techos de casetones realizados con estuco.
Una estructura anterior se incorporó al proyecto nuevo de Giulio. Pensó que la arquitectura y decoración interiores fueran ricas y extravagantes y que estuvieran llenas de trucos, sorpresas y deleites inesperados para divertimento de los Gonzaga y sus invitados (entre sus funciones más importantes estaban los fines sociales y políticos).

Arquitectura
Para articular tanto la fachada exterior como la interior, Giulio utilizó motivos clásicos familiares, pero jugó con ellos (combinándolos en formas ingeniosas y notablemente no clásicas) y trató cada fachada de manera diferente. El resultado fue una perturbadora ausencia de consistencia e uniformidad clásicas y todo el edificio estaba caracterizado por la conjunción de la ortodoxia familiar del renacimiento puro y las sorprendentes invenciones manieristas.
Los bloques de piedra del edificio, están biselados por la aplicación de un acabado recién inventado, combinados con obra de sillería muy refinada.
En la fachada exterior norte de tres arcos, el insólito biselado de estuco (aplicado también a las dovelas gigantes y esquinas de alrededor de las ventanas) concuerda con el friso dórico totalmente correcto de la Basílica Aemilia, la ruina dórica más famosa y con más autoridad de todas las antigüedades de Roma. Lisas pilastras dóricas marchan a través de la fachada en un ritmo complicado e irregular: muy juntas en las esquinas, más separadas en el siguiente paño y enmarcando un nicho en vez de una ventana. Después los ritmos cambian a tres solas y enmarcando ventanas. Estas irregularidades, sin embargo, no son simplemente consecuencia de la voluntad de Giulio o su complacencia en la complejidad: representa el ajuste de su diseño para acomodar o enmascarar algunas de las asimetrías y desequilibrios de la estructura anterior, que todavía formaba parte del edificio nuevo.

En el vestíbulo que venía de la entrada principal en el oeste, unas abultadas columnas granuladas, que se han descrito como si pareciera que “el mar las hubiera lavado durante siglos”, sostienen una bóveda de cañón revestida con cadenas de casetones hexagonales y cuadrados. La brillantez de la idea de Giulio está en sus alusiones a las reglas que transgredía. Como sirve de ejemplo el uso de una clave que sobresale en un arquitrabe. Cuando solo es correcta una clave en un arco.


Algunas de las invenzioni más inteligentes de Giulio se pueden encontrar en el jardín de la fachada este. Aunque es la parte más “rústica” de la villa, él ha abandonado las superficies rústicas de las otras secciones a favor de una logia renacentista de arcos muy refinada y formal, sostenida por grupos de majestuosas columnas y pilares. Se ha visto como una metáfora de la victoria del arte (o de forma más precisa, del artificio manierista) sobre la naturaleza.



Pintura
“El palacio del placer”, como señalan T. Paoletti y M. Radke, recibe este nombre por la decoración de pinturas con escenas eróticas que Federico Gonzaga pidió expresamente, para satisfacer su lívido. El proyecto decorativo general de la estancia, que contenía una Fiesta nupcial de Cupido y Psique, se halla en deuda con el diseño de Rafael para la Villa Farnesina en Roma, pero Giulio y su mecenas representaron los placeres eróticos de los dioses con un elegante abandono del decoro. 
Todo cuanto resulta frío e idealizado en Rafael rebosa aquí de color y calor. Cupido ha madurado para convertirse en un joven adulto, que se reclina a la derecha sobre su lecho marital, desnudo junto a su voluptuosa novia, Psique y sus lascivos y embriagados huéspedes.
Giulio Romano llega a trazar una completa revisión de la incidencia de la duración en el proyecto y del tiempo en la obra. Este tiempo, más o menos elástico, es reivindicado en contra del dogma renacentista del concepto de “la obra definitiva e intemporal”. El edificio sueña ya con su destrucción y su ruina, celebrada con estrépito en la famosa “Sala de los gigantes”, donde bloques enormes de piedra aplastan a los gigantes rebeldes.
Otra sala de gran importancia es la “Sala dei Cavalli”, decorada con estilizados caballos, que hace homenaje a una de las funciones que realizaba el edificio de cuadra.



Bibliografía
-       CHASTEL, André. El arte italiano. Akal, arte y estética. Madrid, 1988
-       CASTEX, Jean. Renacimiento, barroco y clasicismo. Akal arquitectura, Madrid, 1994
-       TRACHTENBERG, Marvin y HYMAN, Isabelle. Arquitectura. De la prehistoria a la postmodernidad. Akal. Arte y estética, Madrid, 1990
-       VV AA. Giulio Romano. Edit. Electa, Milan, 1989
-       CARLO ARGAN, Giulio. Renacimiento y Barroco II. De Miguel Ángel a Tiépolo. Akal, Madrid, 1999

-       T. PAOLETTI, John y M. RADKE, Gary. El arte en la Italia del Renacimiento. Akal. Arte y Estetica, Madrid, 2002

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